Japón tiene una compleja e interesante historia con la homosexualidad. Uno de los ejemplos más representativos lo encontramos en los wakashu: los pre-adolescentes de apariencia andrógina que eran deseados tanto por mujeres como por hombres.
Es importante señalar que en el Japón antiguo las personas no se consideraban homosexuales, sólo sus actos. Y eso no era mal visto, al contrario. Es más, incluso algunos de los grupos más respetables de la época participaban en estos actos de amor entre el mismo sexo. Entre ellos, los samuráis.
Durante el periodo Edo (1600 -1868), las relaciones amorosas y sexuales entre hombres eran comunes. El mayor tabú se debía a las diferencias de edades que caían en la pederastía, porque muchos de estos amoríos se dieron entre jóvenes de 13 a 19 años y adultos. Pero la índole homosexual de los encuentros como tal, no era un problema.
Entre los samuráis existió una tradición conocida como shudo, en la cual un guerrero experimentado tomaba a uno más joven como aprendiz. Este lazo se consideraba virtuoso y benéfico para ambas partes. El maestro le compartía a su alumno sus conocimientos en artes marciales y el código de honor samurái.
No era una regla inquebrantable, pero era común que esta relación también tuviera su faceta romántica y sexual. Sobre todo porque se consideraba que el amor de las mujeres te volvía demasiado «suave y femenino» (como cuando eres muy progresista para tu época, pero no tanto). Cuando el aprendizaje se daba por concluido, el romance también terminaba. Pero lo usual es que la amistad se conservara.
Existen representaciones de las prácticas shudo y del amor entre hombres en general en la cultura japonesa, sobre todo en la literatura. Genji Monogatari o Historia de Genji es un ejemplo del siglo XII. Esta novela clásica cuenta la historia de Hikaru Genji, el hijo de un emperador, a quien le quitaron sus derechos de sucesión y se convirtió en un ciudadano común.
En Genji Monogatari también se relata la vida romántica de Genji y la historia es un reflejo de las tradiciones de la época. En el capítulo 2, tras ser rechazado por una mujer, Genji termina durmiendo con el hermano de ella. Después de su encuentro, el joven se convierte en su amigo y decide ayudarlo a conquistar a su hermana.
Otros títulos que honran las relaciones homosexuales en la historia del país nipón son The Great Mirror of Male Love publicado por Ihara Saikaku en 1687. Así como las cartas de amor entre Moriwaki Gonkuro y Mashida Toyonoshin: un samurái y su joven amante. Estas misivas se encuentran en el libro recopilatorio My Dear Boy: Gy Letters through the Centuries de Rictor Norton.
Te compartimos un fragmento de una de sus cartas:
«¿Recuerdas el año pasado, el día veinte del mes once? Yo estaba enfermo de gravedad (preocupado por ti, estoy seguro), y mi madre se quedó junto a mi cama toda la tarde. Estaba convencido de que no vería la mañana llegar, pero el pensamiento de morir sin encontrarte por última vez era insoportable».
Con el fin del periodo Edo y la llegada de la Restauración Meiji, también llegó el cristianismo y la influecia Occidental a Oriente en 1800, así que las relaciones entre el mismo sexo pasaron de ser una parte cotidiana de la vida a ser algo desagradable y mal visto por la sociedad. América y Europa fueron considerados modelos de éxito y prosperidad, por lo que Japón deseó parecerse más a ellos y menos a lo que fueron antes.
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